Sembrar para Resistir: México como Espejo de Nuestra Crisis
por Carolina I. Morales Serrano, MS, RDN
Puerto Rico enfrenta una crisis alimentaria silenciosa, pero devastadora. En esta reflexión, Carolina comparte cómo un viaje a México le ayudó a ver con mayor claridad las raíces coloniales de nuestra desconexión con la tierra… y la urgente necesidad de reconectar.
Puerto Rico ante una crisis alimentaria
Puerto Rico enfrenta una crisis alimentaria que exacerba con rapidez y, a pesar de que quienes más lo sufren son nuestras comunidades más vulnerables, es un problema que nos afecta a todes. Como colonia, somos vivo ejemplo de cómo los sistemas de opresión y desigualdad mantienen un país sin capacidad de progreso mientras sus recursos son agotados y violentados por intereses económicos imperialistas. Esta reflexión surge de una visita a México que, como país con su propia historia colonial, me pareció pertinente comparar cómo los estatus de dos países influyen en la capacidad de sustento de sus sistemas alimentarios.
A mis 16 años vi el documental Hecho en México y, aunque no entendía del todo lo que estaba presenciando, sabía que necesitaba saber más. El documental me dio un intuito a la diversidad cultural y artística de un país del que solo había escuchado estereotipos negativos y esto avivó una curiosidad en mí. Poco a poco comencé a investigar, a aprender más a fondo sobre la colonización y a cuestionarme porqué Europa estaba en un pedestal mientras países Latinoamericanos y del Caribe eran categorizados como “tercer mundistas”. Y por ahí siguió la cosa; mis ojos se abrieron cada vez más y comencé a sentir una rabia indescriptible con la que me parece que cargaré hasta el final de mis días.
Aproximadamente el 90% de los alimentos que se consumen en la isla son importados y lo detrimental de esta dependencia se evidenció con el paso de los huracanes Irma y María en el 2017.
Muchas comunidades se quedaron sin acceso a alimentos, sin mencionar el resto de las tragedias que ocurrieron en la isla, y al día de hoy no nos hemos recuperado del todo de dicha devastación. Para el 2023, un 39.6% de les puertorriqueñes vivían bajo el nivel de pobreza, incluyendo un 54.3% de nuestra niñez. No dudo que este número esté más alto en el 2025. Consecuentemente, desde mediados del siglo XX al presente, el total de fincas agrícolas se ha reducido un 85% y el sector agrícola aporta solo el 0.7% del Producto Interno Bruto. Antes, nuestra economía era mayormente agrícola y eso nos garantizaba cierto grado de autosuficiencia alimentaria. Sin embargo, esto ha cambiado significativamente, con el sector manufacturero y turístico tomando el mando, dejándonos en una grave vulnerabilidad de seguridad alimentaria, mientras nuestra economía se sigue agravando. Estamos viviendo al margen y no tiene que ser así. Es posible adoptar prácticas alimentarias más sostenibles y resilientes frente a nuestra situación actual y a futuras emergencias.
Lo que vi en México
A pesar de que en México existe una alta taza en inseguridad alimentaria, ya que no se exime de problemas mundiales como la pobreza, inflación y cambio climático, es un país que posiciona la soberanía y autosuficiencia alimentaria como una prioridad en su plan de desarrollo. La agricultura es un sector con vital importancia para la economía del país y esto se nota a simple vista. La gastronomía mexicana es reconocida a nivel mundial y la cultura de los alimentos está íntimamente arraigada a la identidad del país. Pude presenciar un poco de esto un martes que, mientras caminaba por la avenida Paseo de la Reforma de camino al Museo Nacional de Antropología, me topé con una exposición al aire libre de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). Dicha exposición consistía en carteles inmensos con imágenes y textos descriptivos que homenajeaban la flora y fauna del país. A su vez, se presentaban cultivos locales y cómo estos distintivos alimentos se han ido transformando a través de la historia y continúan siendo parte de la gastronomía local. Mientras admiraba estos pequeños mundos hechos imagen, sentía duelo por Puerto Rico.





¿Por qué en nuestra isla no se celebra nuestra cultura como algo sagrado?
¿Por qué no se promueve conectar con nuestras riquezas desde el respeto y su protección? ¿Cómo se ha permitido tanta desconexión con nuestra tierra y sus frutos? ¿Cómo es posible que lo más accesible y conveniente sean los alimentos de allá afuera? Miles de preguntas con respuestas decepcionantes me corren por la cabeza e inevitablemente, comparo las riquezas de la ciudad más grande de las Américas con Puerto Rico, pero no hay comparación. Más que comparar, México es ejemplo de un país que resistió fuerzas imperialistas, tomó su propio rumbo y apostó por preservar su patrimonio natural y cultural. Más que comparar, me inspiré porque Puerto Rico es muy grande dentro de su pequeñez, porque las personas que le habitan llevamos en nosotres multiplicidad de vidas que han habitado estas tierras y otras más; que al final (y desde el principio) todes estamos conectades y es posible construir un legado de bienestar que honre nuestro pasado y beneficie las futuras generaciones.
Insisto en que no es sustentable seguir comiendo como comemos, seguir sacrificando nuestras tierras con proyectos que nacen de intereses económicos temporeros y continuar la dependencia de productos importados que nos hacen cada vez más desconectarnos de nuestras raíces. Países como México han podido prosperar a pesar de las adversidades y continúan mejorando sus sistemas alimentarios. Es por eso que propongo la alimentación a base de plantas como una estrategia clave para abordar varios de estos desafíos que enfrenta Puerto Rico. Primero, el aumentar la demanda de productos agrícolas, particularmente frutas, vegetales, granos y legumbres, puede mitigar la dependencia de productos importados y promover una economía agrícola más diversificada y local. Por otro lado, la producción de alimentos a base de plantas requiere menos recursos como el agua, tierra y energía que la producción animal y esto ayudaría a una utilización más conservadora de nuestros recursos naturales. Esto debe ir de la mano con incentivos para agricultores y campañas educativas para apoyar estas transiciones, ya que la cultura alimentaria puertorriqueña está muy arraigada al consumo animal. Desde una perspectiva espiritual, trabajar la tierra requiere de conocimiento ancestral y abogar por estas prácticas puede ayudarnos a reconectar con nuestras raíces y, por ende, reconectar con nuestra cultura desde lo más fundamental. Podría continuar enumerando beneficios a la salud, el ambiente y hacia los animales por adoptar una alimentación a base de plantas, pero esos son temas densos que requieren sus propios escritos.
Nuestra historia es cruda, pero somos semilla
Adoptar una alimentación a base de plantas es apostar por nuestra salud, es apostar por la compasión, es apostar por los recursos que ya nuestra tierra puede proveer, es aprender a comer como nuestres ancestres, es conectar más con la tierra y aprender sobre la variedad exquisita de frutas, vegetales, granos y legumbres que tenemos en nuestro país, es apostar por la reducción de daños, es apostar por la comunidad y desenfocar el individualismo. En fin, es apostar por nuestra liberación colectiva. Es por eso que propongo vivir con menos material y más riqueza local, acercarnos más a las personas mayores y aprender en reciprocidad, a valorar y participar de proyectos comunitarios que son nuestro sostén y buscar desapegarnos de la dependencia que tenemos con los Estados Unidos.
La tierra está de nuestro favor: donde quiera que soltemos una semilla habrá vida. Nuestra historia como colonia es cruda, pero somos semilla y hay una integridad que no nos han podido arrebatar. Seguimos luchando por lo nuestro y tenemos un mar de personas brillantes y competentes que están dispuestes a darlo todo por Puerto Rico. La idea errónea de que no podemos ser autosustentables, que dependemos de los Estados Unidos para sobrevivir, es producto de ideologías impuestas por el mismo imperio. Existen otras formas de vida más vivibles para les puertorriqueñes y es posible transformar los sistemas alimentarios para que así sea. Yo presento una de muchas posibles alternativas para desarrollar nuestro sistema alimentario y combatir la inseguridad alimentaria, pero nos toca como comunidad ponernos las pilas y, más allá de resistir, luchar por proteger lo nuestro para volver a florecer como país.
El pan nuestro. Ramón Frade León. 1905.
Sobre Carolina
Carolina I. Morales Serrano, MS, RDN es parte de la comunidad LGBTQ+ y actual becarie de Casa Vegana en la Academia de Gastronomía Vegana de Puerto Rico. Carolina comenzó en el vegetarianismo en el 2013 y transicionó al veganismo en 2018. A pesar de los desafíos que conlleva este estilo de vida, ha encontrado paz al llevar una vida más auténtica y alineada con sus valores.
Actualmente trabaja como investigadore en nutrición y salud, y cuenta con un bachillerato en Nutrición y Dietética, una certificación en Estudios de Mujer y Género, una maestría en Promoción de la Salud y es nutricionista dietista registrade. Su meta es continuar desarrollándose como profesional de la nutrición y aportar activamente al movimiento vegano local para construir un Puerto Rico más compasivo y auto-sustentable.
Referencias
Filantropía Puerto Rico. (2025). Data Facts for Systemic Change. Recuperado de https://filantropiapr.org/data-facts-for-systemic-change/
Fideicomiso de Tierras Comunitarias para la Agricultura Sostenible. (2025). Acceso a Tierras Agrícolas: Política Pública Actual y Experiencias. Recuperado de 20https://drive.google.com/file/d/1FpXVuSGfXnRjXeO7CBxc9jMuirsqevgl/view